La historia se inicia con un pequeño niño de casi 3 años en Alemania que, antes de enfermarse, era perfectamente normal. Fue ingresado en el hospital después de varios días de vómitos incontrolables. Los médicos descubrieron que una porción de su intestino se había torcido, causando una obstrucción intestinal grave y una infección masiva en la sangre. Mientras estaba en el hospital, el niño sufrió un paro cardíaco que requirió más de 25 minutos y tres rondas de desfibrilación para recuperar su pulso y circulación. Pocos niños sobreviven a un paro cardíaco de más de 13 minutos. Tristemente, aunque sobrevivió, quedó en estado vegetativo debido a una lesión cerebral severa debido a la falta de oxígeno.

Los médicos describieron un mal pronóstico para el pequeño y, en el mejor de los casos, se esperaba que tuviera una mínima conciencia de su entorno después de cuatro años. Ante la desesperación, los padres contactaron con Vita 34, el banco de sangre de cordón umbilical donde habían almacenado la sangre del cordón umbilical de su hijo. Cumpliendo con las regulaciones médicas alemanas, el niño recibió una infusión de su propia sangre del cordón umbilical nueve semanas después del paro cardíaco. Se realizaron pruebas de seguimiento hasta 40 meses después.

  • 1 semana de seguimiento: Después de una semana de la infusión, el niño dejó de gemir continuamente y comenzó a responder a estímulos acústicos.
  • 2 meses de seguimiento: Su función motora bruta mejoró significativamente, y pudo ser dado de alta del centro de rehabilitación. Además, pudo realizar acciones como agarrar, morder, masticar y tragar un bizcocho. Recuperó parte de su vista, sonreía socialmente y pronunciaba palabras como «mamá». Aunque tenía debilidad muscular en brazos y piernas, así como otros síntomas clásicos de parálisis cerebral debido a la lesión cerebral.
  • 5 meses de seguimiento: Su electroencefalograma (EEG) mostró actividad cerebral normal. El niño hizo contacto visual breve y pudo responder a preguntas señalando objetos, aunque su habla seguía siendo limitada.
  • 1 año de seguimiento: Hubo mejoras notables en el control motor fino de las manos, la interacción social y la cognición. Pudo sentarse sin apoyo pero aún necesitaba ayuda para ponerse de pie. A pesar de tener tetraparesia espástica, en particular en las piernas.
  • 2 años de seguimiento: El paciente podía comer de manera independiente, moverse de la posición prona a sentarse libremente y gatear. También pudo caminar con apoyo y su vocabulario aumentó a ocho palabras, aunque su pronunciación era ininteligible. Su motricidad fina mejoró tanto que pudo controlar un automóvil a control remoto.
  • 40 meses de seguimiento: En la última evaluación, su habla expresiva había avanzado a un vocabulario de 200 palabras y frases de cuatro palabras. Se levantaba por sí mismo y caminaba de manera independiente con la ayuda de un entrenador de marcha.

La sorprendente recuperación que experimentó en los siguientes tres años se atribuye a una infusión de su propia sangre del cordón umbilical. Este caso muestra una recuperación funcional sorprendente que no se puede explicar únicamente por la intensa rehabilitación. Por ello, sugiere que el trasplante autólogo de sangre del cordón umbilical podría ser un tratamiento adicional y causal para la parálisis cerebral pediátrica después del daño cerebral. Este avance ofrece esperanza a las familias que enfrentan situaciones médicas desafiantes y destaca la importancia de la investigación continua en este campo.

Fuente:  https://parentsguidecordblood.org/en/news/cord-blood-rescue-after-cardiac-arrest.