La verdad es que el día de mi nacimiento lo tengo un poco borroso, sólo sé que abrí los ojos y miré a mí alrededor, pudiendo observar el panorama en tonos rojizos que me rodeaba. Lo que más me sorprendió no fue esto, ni el silencio, ni el estado de tranquilidad, sino que pude ver muchas que eran como yo: mis hermanas, otras células madre.

No tuve mucho tiempo para admirar el panorama, porque sin previo aviso comenzó una actividad frenética entre las células madre que estaban más retiradas de nosotras. A las más jóvenes nos dijeron que teníamos que comenzar el movimiento cuanto antes ¿Movimiento de qué?, pregunté a la más cercana. Pero nadie me respondió, sólo podía ver cómo se formaba un gran alboroto.

Por un lado, alguien hablaba sobre un tejido dañado y por otro, sobre capacidad de regeneración. ¿Podemos evolucionar o transformarnos?, ¿Es qué somos Pokemon o trasnformer? De nuevo no obtuve respuesta, porque me llamó poderosamente la atención lo que parecía ser una montaña alzada por unos tubos, que hacía algo así como Boom, boom y se movía. A su alrededor había otras células madre sin parar de moverse tratando de reparar algo.

Después de estar un rato parada sin saber muy bien qué hacer, comprobé que me pasaba algo raro: mi pequeño cuerpo se empezó a tambalear y a hacer movimientos muy extraños y observé asustada cómo les pasaba lo mismo a mis hermanas que se miraban tratando de encontrar alguna explicación. Así que cerré los ojos y esperé a que todo aquello pasara…Cuando los abrí me sentía diferente pero mucho mejor, más fuerte, más tranquila, sin miedo y estaba mucho más cerca de la montaña. Cuando pregunté qué había ocurrido, alguien me miró y me respondió: te has convertido en una célula cardíaca.

Y así es como me quedé: ayudando al corazón de la persona en la que vivía.

Si quieres saber más sobre nosotras, pincha en el siguiente botón:

hbspt.cta.load(115439, ‘fcd759b3-16ae-4786-960e-3231ea8a3394’, {});

Células madre