En un ensayo temprano, los investigadores reportan que inyectaron de forma segura células madre en los cerebros de 18 pacientes que habían sufrido accidentes cerebrovasculares (ACV). Y dos de los pacientes mostraron una mejora significativa.
Todos los pacientes experimentaron cierta mejora en la debilidad o la parálisis en un plazo de seis meses tras los procedimientos. Aunque tres personas desarrollaron complicaciones relacionadas con la cirugía, todas se recuperaron. No hubo reacciones adversas a las células madre trasplantadas en sí, dijeron los autores del estudio.
Además, dos pacientes experimentaron unas recuperaciones dramáticas casi de inmediato tras los tratamientos, apuntaron los investigadores.
Ambas pacientes eran mujeres, y comenzaron a recuperar la capacidad de hablar y caminar en la mañana tras las operaciones. En ambos casos, ya habían pasado más de dos años desde sus ACV, un punto en que los médicos no habrían esperado una mayor recuperación.
Los resultados han animado a los investigadores a planificar unos ensayos para el procedimiento, que utiliza células madre cultivadas de médula ósea donada, de mayor tamaño y duración.
Un experto que no participó en la investigación afirmó que es un primer paso promisorio.
“Se trata de un pequeño estudio humano inicial. Llegar a algo clínicamente útil conlleva varios pasos, y este es un buen paso inicial”, dijo el Dr. Steven Cramer, director clínico del Centro de Investigación sobre Células Madre de la Universidad de California, en Irvine.
Los hallazgos se presentaron el lunes en la reunión anual de la Asociación Americana de Cirujanos Neurológicos (American Association of Neurological Surgeons), en San Francisco. Los resultados de los estudios presentados en reuniones se consideran preliminares hasta que se publican en revistas médicas revisadas por profesionales.
Los ACV ocurren cuando un coágulo sanguíneo o una hemorragia interrumpen el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Las neuronas, privadas de oxígeno y nutrientes, mueren rápidamente. Los ACV acaban con las vidas de unos 137,000 estadounidenses cada año, según la Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares (American Stroke Association), lo que los hace una importante causa de muerte en EE. UU., pero dejan a muchas personas más discapacitadas.
Se calcula que unos 7 millones de estadounidenses viven con los efectos de un ACV, que pueden incluir dificultades para hablar, debilidad, parálisis, y problemas con el pensamiento y la memoria. La fisioterapia intensiva puede ayudar a las personas a recuperar las capacidades que han perdido tras un ACV, pero actualmente no hay forma de reparar el tejido cerebral dañado, apuntan los expertos.
En estudios con animales, las células madre han mostrado un gran potencial para ayudar a sanar el daño cerebral provocado por los ACV.
La nueva investigación es uno de los primeros ensayos sobre el tratamiento en humanos, apuntaron los investigadores.
Los participantes del nuevo estudio tenían entre 33 y 75 años de edad. Todos habían experimentado un ACV provocado por un coágulo sanguíneo al menos seis meses antes de los procedimientos. Y todos habían quedado con cierta debilidad o parálisis de una extremidad.
Las células madre utilizadas en el estudio provinieron de médula ósea donada por dos personas que no eran familiares de los participantes del estudio. Se aislaron unas células especiales conocidas como células mesenquimales de la médula ósea, y se cultivaron en el laboratorio, donde fueron tratadas con un gen que se cree que fomenta su capacidad de sanación.
Se evaluó a los participantes del estudio para garantizar que sus cuerpos no rechazarían las células madre, pero no recibieron ningún medicamento inmunosupresor.
Los cirujanos utilizaron una computadora para sincronizar las imágenes de IRM y TC, para formar una fotografía tridimensional de las áreas cerebrales dañadas por los ACV.
Los pacientes estaban despiertos, aunque sedados, cuando los cirujanos hicieron un agujero del tamaño de una moneda de cinco centavos en sus cráneos. Los médicos utilizaron unas agujas largas tres veces para colocar 15 depósitos de células madre alrededor del borde del tejido dañado. Seis pacientes recibieron una dosis de 2 millones de células, otros seis recibieron 5 millones, y al menos seis recibieron 10 millones de células, según el informe.
En estudios con animales, la investigación ha sugerido que las células madre inyectadas en el cerebro no hacen que el tejido dañado vuelva a crecer.
“Lo que estas células parecen hacer es modular el proceso de reparación. No reemplazan el cerebro dañado, sino que más bien masajean los trocitos que quedan para que funcionen al máximo”, explicó Cramer.
El estudio se diseñó principalmente para evaluar la seguridad de este tipo de trasplante de célula madre. Los investigadores dijeron que estaban contentos con los resultados por esa parte.
Tres pacientes sufrieron eventos adversos que se relacionaban con la cirugía cerebral. Uno desarrolló sangrado entre el cerebro y el cráneo. Otro paciente sufrió una convulsión, mientras que un tercero contrajo neumonía. Todos se recuperaron tras el tratamiento.
Ninguno de los pacientes mostró ninguna señal de que sus cuerpos estuvieran rechazando las células foráneas.
Además de la seguridad, los investigadores buscaron señales de que las células habían mejorado los síntomas de ACV. La mayoría de los pacientes experimentaron un progreso gradual. Para los seis meses, todos los pacientes habían demostrado una mejora en su debilidad o parálisis en tres pruebas distintas de función posterior al ACV, apuntaron los investigadores.
Pero dos pacientes en particular despertaron el interés de los investigadores. “Dos pacientes tuvieron unas recuperaciones sorprendentes”, comentó el autor del estudio, el Dr. Gary Steinberg, presidente de neurocirugía en la Universidad de Stanford. Ambas eran mujeres. Una tenía 71 y la otra, 33.
“Tenían una discapacidad muy considerable. La de 71 años solo podía mover su pulgar izquierdo. No podía mover el brazo ni la mano, y apenas podía sacar la pierna de la cama”, dijo.
“El día después de la cirugía, levantaba el brazo por encima de la cabeza, y levantaba la pierna de la cama. Ahora, camina. Antes, iba en silla de ruedas”, añadió Steinberg.
De forma similar, la de 33 años tenía un déficit grave en el habla y problemas para alzar el brazo. Steinberg dijo que el día tras la cirugía ya levantaba el brazo por encima de la cabeza. Un año después, su paso y su habla habían mejorado.
Steinberg advirtió que estas recuperaciones “tipo milagro” no son típicas. Y debido a que el estudio no tenía grupo de control, es imposible afirmar si lo que ayudó a las mujeres fueron las células madre u otra cosa del procedimiento.
“Nunca habríamos esperado que dos años o más después los pacientes pudieran recuperarse de un ACV”, comentó Steinberg. “Pensábamos que los circuitos estaban muertos. Ahora sabemos que siguen siendo viables. Simplemente hay que saber cómo activarlos”.
Fuente: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_145577.html
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