El número de niños que sobreviven en España tras algún tipo de cáncer en la sangre aumenta hasta un 80% en los últimos diez años

Tan sólo el hecho de pensar que un niño pueda padecer un simple resfriado es terrible, pero siempre se mantiene la esperanza de que tarde o temprano se acabará recuperando. Las buenas noticias son que este optimismo alentador también comienza a sentirse cuando el pequeño sufre otro tipo de enfermedad más grave.

Según un estudio reciente, los cánceres de la sangre son los más habituales en niños, si bien es cierto que el riesgo de padecer este tipo de enfermedades es poco probable (por suerte). Además, las futuras madres optan cada vez más por la prevención, ya que al cuidarse durante el embarazo llevando una vida sana consiguen que el bebé se desarrolle con fuerza y una salud de hierro para combatir cualquier imprevisto que pueda aparecer.

Ahora, gracias al avance en ciertos tratamientos como los trasplantes con células madre, el aumento de niños que superan este tipo de enfermedades se ha incrementado de forma considerable, hasta llegar al punto de que los niveles de curación casi superan el 80% de los casos.

La mayor concienciación por parte de los padres y de la sociedad en general ha hecho que, por ejemplo, ante cualquier duda o problema, los padres optan por acudir al especialista inmediatamente. Esto es importante puesto que el detectar la enfermedad a tiempo hace que las posibilidades de curación sean muchísimo mayores.

Además, muchos más quieran conservar o donar la sangre del cordón umbilical de sus hijos. De esta forma, España se ha colocado en el primer puesto de donantes de sangre de cordón umbilical.

¿Por qué esto es importante?

Para poder entenderlo mejor, nos centraremos en la enfermedad de este tipo más común y más conocida: la leucemia. Esta enfermedad se da cuando prolifera de forma incontrolada el número de células blancas en la médula ósea desplazando a las células normales, haciendo que disminuya el número de glóbulos rojos (provocando anemia) y de plaquetas. Esta pérdida de plaquetas en la sangre (las responsables de la coagulación sanguínea) hacen difícil la cicatrización cuando hay alguna hemorragia. Puede que la solución sea más complicada que con otro tipo de cánceres, ya que no es posible “extirpar” la parte dañada, ya que esta se encuentra circulando en la sangre del individuo.

La forma más eficaz de solventar el problema es eliminar estas células dañinas y administrar otras totalmente sanas para que el cuerpo vuelva a su equilibrio normal.

El tratamiento más frecuente para ello es la quimioterapia, que consiste en la administración de medicamentos que acaban con las células cancerígenas, o la radioterapia. El problema de estos tratamientos es que son agresivos para el individuo, porque la destrucción no diferencia entre las células malignas y “las buenas”.

Para proveer al organismo de esas células “buenas” que han sido atacadas por el tratamiento, se recurre a trasplantes con células madre. Hoy en día las células madre más utilizadas son las de sangre del cordón umbilical, ya que el índice de supervivencia a 5 años parece ser mayor que cuando se utilizan células madre de médula ósea (60% frente al 38%).

Así que parece que la esperanza crece más que nunca. Sería genial que las enfermedades desaparecieran del mapa, pero hasta que llegue ese momento, nuestros niños tienen ahora más posibilidades de curarse si deben enfrentarse a ellas.