Construir piel artificial a partir de células del cordón umbilical. Es lo que han conseguido, por primera vez en la historia, científicos de la Universidad de Granada. En un estudio publicado en la revista especializada Stem cells translational medicine, los investigadores demuestran que las células madre de la gelatina de Wharton, una sustancia presente en el cordón, pueden llegar a generar células epiteliales. Piel de laboratorio que podría servir, por ejemplo, para tratar con más rapidez a pacientes con grandes quemaduras. Es lo que se conoce como ingeniería tisular, la generación de tejidos y órganos artificiales a partir de células viables y biomateriales. Se trata de uno de los múltiples caminos que recorre actualmente la investigación con células madre en Andalucía, que aspira a trasladar todo ese trabajo a las clínicas para tratar enfermedades de todo tipo.

La comunidad cuenta actualmente con 24 ensayos clínicos de terapias avanzadas -entre terapia celular, terapia génica e ingeniería de tejidos- en distintas etapas de desarrollo, desde la inmunología hasta la oftalmología, con diferentes instituciones regionales implicadas. La situación económica plantea dificultades: la Iniciativa Andaluza de Terapias Avanzadas busca nuevas vías de financiación y trabaja para conseguir que crezca su presupuesto. Por lo pronto, prevé que la dotación de la Consejería de Salud de la Junta – 8.905.517 euros en 2013 entre los diferentes centros, ayudas a la investigación, el biobanco o programas de movilidad- se mantenga el año que viene, aunque aún no hay cifras definitivas. La investigación en este ámbito recibe fondos, además, de la Consejería de Economía y de diferentes insituciones nacionales y europeas. En este último caso, la aportación sí ha decrecido: si el año pasado la investigación recibidó 2.863.202 euros desde fuera de Andalucía, en lo que va de año se ha reducido hasta 1.186.278 -cifra que podría variar, no obstante, hasta el final de 2013-.

“Tendremos que recurrir más a la imaginación y optimizar los fondos disponibles”, defiende Miguel Alaminos, miembro del Grupo de Ingeniería Tisular de la Universidad de Granada, “la investigación depende de ellos, pero muy especialmente del trabajo y del esfuerzo personal”. La crisis no solo afecta a los fondos públicos: la colaboración con instituciones privadas también se resiente. Para la directora de la iniciativa, Natividad Cuende, invertir en estos campos puede ser la llave para la recuperación económica: “Si queremos cambiar el modelo productivo y salir de la crisis, debemos apostar por la investigación. No podemos basar nuestra economía en turismo y ladrillo”.

En el horizonte no solo está la generación de tejidos. Fabricar órganos humanos en un laboratorio para su posterior utilización clínica es la meta a largo plazo. En ello trabajan ya laboratorios de todo el mundo: en la Universidad de Granada, además de piel, trabajan para generar vejigas, cartílago o mucosa oral. Para conseguirlo se buscan nuevas fuentes, células que puedan diferenciarse para cumplir la función del órgano al que emularán y, combinadas con biomateriales, permitan su creación. “A largo plazo, quizá seamos capaces de fabricar órganos complejos como el hígado o el corazón humano”, explica Alaminos. “Podrían ser utilizados en el futuro para trasplantes y para el tratamiento de pacientes con algún tipo de daño o disfunción”, añade.

Uno de los proyectos más avanzados del departamento de Alaminos es la generación de córneas artificiales. Tras la autorización de  la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para fabricar el tejido en Andalucía, ya hay un ensayo clínico en marcha. “En estos momentos, ya estamos trabajando para valorar la utilidad de las córneas artificiales generadas”, explica. Si el ensayo tiene éxito, se organizaría una nueva prueba con grupos más numerosos de pacientes.

UN PROCESO LENTO

Conseguir trasladar el trabajo del laboratorio a la clínica es uno de los grandes retos de la investigación en estos momentos. Se trata de un proceso lento, con muchas etapas. Antes de que una terapia se apruebe, se testa la efectividad, primero en animales y después mediante diferentes ensayos clínicos con pacientes reales -desde primeras pruebas sobre seguridad del tratamiento hasta la confirmación de su eficacia-, antesala de la aplicación práctica. “Supone un mínimo de diez años”, explica Concha Herrera, directora de la Unidad de Terapia Celular del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. “Algunas investigaciones que inicialmente parecían prometedoras pueden no llegar a la práctica clínica por diversos motivos”, continúa.

La unidad que dirige participa actualmente en algunos de los proyectos más avanzados de Andalucía. En concreto, hay tres que afrontan ya la última fase de los ensayos clínicos. Uno de ellos busca remediar el conocido como ‘pie diabético’, la isquemia en los miembros inferiores, que afecta a unas 100.000 personas en Andalucía. Si se autoriza, entre 200 y 300 pacientes probarán un nuevo tratamiento a partir de las células de su propia médula ósea que, implantadas vía arterial en la pierna afectada, trabajarían para mejorar la circulación de la zona y regenerar los tejidos. Se trata de un proceso natural del cuerpo que se consigue acelerar con la intervención. Se trata de células que no están del todo diferenciadas -no están definidas para una única función- y que logran crear nuevos vasos sanguíneos en la zona afectada y despertar la reacción de las células allí presentes.

También se preparan ensayos, ya autorizados, para tratar problemas de corazón con el mismo sistema, como la miocardiopatía dilatada idiopática -un mal funcionamiento del corazón por la contracción indebida del músculo- o la oclusión coronaria crónica. En este último caso, los ensayos clínicos anteriores consiguieron reducir el problema en el 75% de los casos.

El horizonte es prometedor. Además de los ensayos en fase III, el Reina Sofía cuenta con un proyecto en marcha en colaboración con otros dos hospitales andaluces destinado a combatir la esclerosis múltiple, aunque aún se encuentra en las primeras fases. En este caso, se estudia la posibilidad de que células de la médula sean capaces de modular el desajuste inmunológico que provoca la enfermedad y ayuden a regenerar tejidos -llamadas mesenquimales, pueden dar lugar a diferentes tipos de células: de grasa, cartílago, hueso, etc-.

“Todos estos avances en terapia celular están aún en fase de investigación – explica Herrera-. No se debe pecar de triunfalismo, pero creo que en los próximos años algunas de las terapias celulares actualmente en investigación podrán ofrecer soluciones reales”.

LA INVESTIGACIÓN EN ANDALUCÍA

De este tipo de tratamientos se ocupa desde 2008 la Iniciativa Andaluza en Terapias Avanzadas, encargada de promover proyectos de innovación sanitaria y generar el caldo de cultivo necesario para la mejora de la investigación -a través, por ejemplo, de la formación o el impulso de acuerdos entre instituciones-. El objetivo fundamental es pasar del laboratorio al paciente y que todo ese trabajo teórico no se quede en papel mojado: “La apuesta de las instituciones públicas en Andalucía es montar una estructura traslacional en este campo”, explica su directora. Para ello sirven los laboratorios de terapias avanzadas certificados GMP ( Good Manufacturing Practice ) como el del Hospital Reina Sofía, que materializan las investigaciones en el seno del sistema público de salud fabricando
los medicamentos -este tipo de terapias tiene consideración de medicamento-. “Contar con este tipo de instalaciones y personal especializado es una gran oportunidad y una enorme fortaleza de nuestro sistema”, defiende el investigador Miguel Alaminos.

La comunidad es, según Cuende, una de las que presenta mayor concentración de ensayos clínicos en terapias avanzadas de Europa. A lo largo de los años, ha ido desarrollando una estructura para amparar ese tipo de investigaciones gracias al desarrollo del marco legislativo y a una creciente red de infraestructuras. Hoy, alrededor de un millar de profesionales trabajan en terapias avanzadas en la comunidad. “Esto era casi un erial en este campo. Investigar podía resultar heroico, especialmente por las dificultades del marco regulatorio”, asegura Cuende. La apuesta comenzó en 2002, cuando el Gobierno andaluz anunció que respaldaría la investigación con células madre con fines terapéuticos -un año después, el Parlamento aprobaría una ley para permitir la investigación con células madre procedentes de embriones criopreservados sobrantes de la fecundación in vitro -.

EL HORIZONTE

Conseguir recorrer el camino completo y aplicar todos los avances del día a día es el gran objetivo. Para ello, la investigación se enfrenta a nuevos retos. Para Concha Herrera, una de las metas es conseguir “células verdaderamente pluripotentes que sean seguras para uso clínico”, las conocidas como iPS. “Este mismo año 2013 ha dado comienzo el primer ensayo clínico fase uno en Japón”. Se trata de un tipo de células completamente indiferenciadas a las que se puede asignar una función a la carta. Hasta ahora, solo las células embrionarias -cuyo uso ha generado amplios debates éticos- tenían esa cualidad. Si esta línea de investigación tiene éxito, se podría conseguir que una célula de la piel -reprogramada en un laboratorio y a la que se asignaría una nueva función- pueda servir para tratar enfermedades hepáticas. El padre científico de las iPS, Shinya Yamanaka, recibió el premio Nobel de Medicina en 2012.

Fuente: http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/investigacion-celulas-madre-capea-crisis-andalucia/