“Las terapias con células madre de sangre de cordón umbilical han recorrido un largo camino, pero aún queda mucho por descubrir”

La primera vez que salió a la luz una investigación en la que se indagaba sobre la posibilidad de terapias con células madre extraídas de sangre de cordón umbilical, fue en 1982, cuando el grupo de científicos Edward A. Boyse, Hal E. Broxmeyer y Judith Bard, buscaban una opción alternativa para tratar enfermedades genéticas relacionadas con la sangre y con la regeneración de células. Continuaron realizando estudios in vitro con sangre de cordón umbilical de humanos y diversos experimentos en ratones.

El culmen de la investigación vio la luz en 1988, con el primer trasplante de sangre de cordón umbilical en un humano. Concretamente, el paciente era un niño de 5 años que padecía Anemia de Fanconi, una enfermedad genética que produce daños en las células impidiendo la regeneración en el ADN dañado, provocando a su vez insuficiencia en glóbulos rojos y blancos, en plaquetas… El dato curioso es que la sangre utilizada para el trasplante era de un hermano del paciente y que clínicamente el trasplante fue un éxito.

A partir del éxito del primer caso, el mismo grupo de investigadores había realizado ya otros cuatro trasplantes en 1998, todos ellos con el uso de sangre de cordón umbilical de hermanos sanos de los pacientes. Desde entonces, los datos siguen creciendo tanto en número de trasplantes como en casos de éxito y el marco de enfermedades que se pueden tratar se está ampliando progresivamente, llegando a límites hasta ahora insospechados.

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Frances Everall fue tratada con sangre de cordón umbilical