¿Sabíais que, en el Antiguo Egipto se consideraba que el cordón umbilical y la placenta de un recién nacido eran mágicos al entenderse ambos como un doble de la criatura?

La placenta se arrojaba al Nilo o se enterraba en casa buscando con ellos que el niño sobreviviera y el cordón umbilical se dejaba secar y acompañaba al niño durante toda su vida (a veces hasta se enterraban con él).

En la actualidad, en Egipto, una mujer campesina que desea tener un hijo, debe enterrar su placenta y el cordón umbilical bajo el umbral de su casa considerándolo como “el otro, o segundo niño”.

En Diversos pueblos de México, llevan el cordón umbilical a la cima del monte o a lo más profundo del bosque, para que el niño no tenga miedo y se haga valiente. Otros pueblos rocían el cordón umbilical con mezcal, licor al que se le atribuyen propiedades masculinas, con el fin de establecer un vínculo mágico con el bebé, mientras que los cordones de las niñas se untan con miel para que de mayores sean mujeres dulces y exquisitas.

Los Indios Cherokees de América enterraban el cordón umbilical de las niñas debajo de un metate (placa para moler el maíz), de forma que cuando crecieran llegaran a ser excelentes panaderas. Los de los niños se llevaban al bosque y se colgaban de un árbol para que fueran buenos cazadores.

En algunas tribus de Angola, todavía se corta el cordón umbilical de los niños con un azadón para que sean diestros agricultores.

Diversas tribus de Australia occidental creen que un hombre será buen o mal nadador (aptitud que consideran muy importante en la vida) en función de si su madre arrojó su cordón umbilical al agua o no.

En España, el interés en el futuro se orientaba a la obtención de deseos personales, más que profesionales. La madre guardaba el cordón umbilical del niño hasta que fuera soldado, ya que si lo guardaba dentro de una bolsita colgado del cuello o cosido a la ropa, conseguiría un buen número en el sorteo de las quintas para el servicio militar, y en el caso de ir a la guerra, no moriría en ella. En el caso de las niñas, se guardaba para cuando fuera mujer, ya que si el cordón desecado se convertía en polvo y se mezclaba con alimento o bebida y se le daba a tomar al hombre deseado, éste se enamoraría de ella.

Los Incas peruanos ya conservaban los cordones umbilicales con sumo cuidado y se los daban a chupar al niño cuando enfermaba, pues consideraban que conservaba todavía una parte del alma del pequeño, lo que le daría de nuevo vitalidad.

Los Tarascos mexicanos consideraban el cordón umbilical de los primogénitos como un gran remedio para muchas enfermedades y por ello la partera se encargaba de arrancarlo de la placenta y de guardarlo celosamente en la bolsa donde llevaba el resto de medicinas.

En Huitzuco, al sur de Ciudad de México, se utilizaba una infusión de cordón umbilical de varón para curar el empacho en los niños.

En algunos pueblos de España se guardaban los cordones umbilicales para, si el niño de mayor presentaba una incontinencia nocturna de la orina, hacer caldos con ellos, pues se consideraban como un gran remedio contra la enuresis.

Si los cordones eran de mellizos, en los pueblos andaluces se secaban y conservaban en saquitos, ya que estaban considerados como un gran remedio para el dolor de vientre.

En zonas de Extremadura, cuando los cordones estaban secos, los introducían en agua durante 24 horas, obteniendo la llamada “agua de tripa”, y la utilizaban para lavar los ojos enfermos de los niños.

En los países del norte de Europa fue un elemento curativo de importancia: en la provincia sueca de Västmanland se ponía el cordón umbilical en el pezón de la madre para que el niño no tuviera cólicos.

En otras zonas, usaban el agua en la que se había lavado el ombligo para frotar los angiomas de la piel del recién nacido.

En Finlandia, el ombligo se cocía en leche que posteriormente se daba a los niños para curar las heridas y llagas de la boca.

Múltiples han sido los usos terapéuticos del cordón umbilical: contra la epilepsia, el raquitismo, las hemorragias uterinas, el alcoholismo, la conjuntivitis y todo tipo de inflamaciones oculares, en problemas dermatológico variados, para curar el hipo….

Desde épocas remotas, el ser humano ha percibido la enorme riqueza medicinal del cordón umbilical, una intuición que ha probado ser absolutamente acertada, tal y como ha demostrado la medicina actual.

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Fuente: eresmas