“La vida es casi un milagro, por eso debemos sonreír por aquellas pequeñas cosas”
Unos días después de que Pablo hubiera acudido a Secuvita a recoger el Kit de Extracción, al llegar del trabajo se encontró a Marta sentada en la cama tocando con una mano las sábanas y con otra tocándose el vientre con delicadeza – ¿Qué pasa?, ¿estás bien? – preguntó Pablo corriendo hacia ella. Marta no respondió, sólo le señaló las sábanas mojadas y asintió. Inmediatamente Pablo comprendió lo que ocurría y se levantó de un salto para prepararlo todo y ayudar a Marta a vestirse, que empezaba a estar más ansiosa que nunca: No podía creer que en unas horas vería a sus bebés.
Su ginecóloga les esperaba sonriente en el hospital, les acompañó a la habitación y procedió al examen médico para comprobar cómo iba la evolución del parto: – Bien, aún hay que esperar un poco, aún no has dilatado lo suficiente, aún así no creo que tarde mucho más. Mientras, debes relajarte, ¿de acuerdo? – Sí, lo haré -respondió Marta sabiendo que le sería bastante complicado. Aún así en las tres horas siguientes que tuvieron que esperar, ambos trataron de mantener la calma hablando de sus planes de futuro y del giro que iban a dar sus vidas. Fue curioso pero cuando la doctora indicó que ya era la hora de ir al paritorio, todos sus nervios se esfumaron: tenía que hacer todo lo posible porque saliera bien y Pablo estaría a su lado en todo momento.
Gracias al trabajo del equipo médico, la ayuda de Pablo y, sobre todo, el esfuerzo de Marta, el parto no duró mucho y nacieron una niña y un niño muy sanos. Nada más nacer, la doctora procedió a limpiar y desinfectar cada cordón umbilical y realizó la extracción de sangre para conservarla en el Kit de extracción. Pablo, no sin antes ver y coger a sus hijos, salió de la sala y llamó a Secuvita para informar del nacimiento de los pequeños, le indicaron que inmediatamente acudirían a por las muestras.
No se lo podían creer: ya estaban aquí…
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