“Y ahora nos toca contrastar información y deshacer los nudos”
Después de haber recibido todo el bombardeo informativo y las diferentes propuestas de distintas compañías, Marta y Pablo se encontraron la mesa del salón de su casa hasta arriba de papeles, folletos… etc. Después de haber escuchado e investigado y consultado a especialistas, habían llegado a la conclusión de que debían hacerlo, aunque aún no lograban comprender cómo era el proceso entero: no perdían nada y podrían ganar mucho si conservaban las células madre del cordón umbilical de su bebé al nacer ante posibles imprevistos de tal calibre. Además, nunca estaba de más poder contribuir a la investigación y aportar algo a quienes tanto estaban luchando por ganar la carrera a muchísimas enfermedades.
– Esto es un auténtico lío de verdad – decía Marta cuando se le cayó una pila de papeles al suelo- es demasiada información, demasiado a tener en cuenta. Habían decidido que la mejor manera de tomar la decisión era leyendo con atención el contrato, las condiciones, las garantías… era la única forma de saber cómo decidir.
Tras haber leído todo y hacer una pequeña labor de investigación sobre la empresa en cuestión, junto con su historia y referencias (sumado a que la primera toma de contacto había sido fructífera), Secuvita se encontraba entre sus preferencias. El tener de la mano a expertos de la talla de Vita 34 y la relación con Hospitales Madrid, aportaba también seriedad y rigor.
A veces, mientras Pablo estaba en el trabajo haciendo números se le venían a la cabeza ciertas dudas. Hacía un par de días que había leído un artículo en contra de la conservación privada de células madre. No le había querido decir nada a Marta, pero se había cuestionado si era egoísta lo que iban a hacer. Como no sabía a quién recurrir, ni podía llamar, se acordó de que cómo podría resolver sus dudas rápidamente: Abrió la Web de Secuvita con el chat online. Inmediatamente, un agente se dispuso a resolver la gran duda que Pablo tenía en la mente: -No, no es un paso egoísta. Es una decisión más que sólo corresponde a los padres, sólo ellos pueden decidir qué es lo mejor para sus hijos. Por ello estamos en una democracia y por ello hay tantas vías abiertas: la opción de elegir. La conversación se alargó hasta que Pablo decidió concertar otra visita. Esta vez irían con una lista de dudas…
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