“¿Damos el paso o no?”

Marta se despertó más temprano de lo habitual. Aunque ese día no tenía que ir a trabajar, llevaba unos meses en el que apenas podía dormir; sabía que, en parte, tenía que acostumbrarse a dormir poco y a levantarse en mitad de la noche. Acercó la mano a su barriga y sonrió. A su lado estaba Pablo, durmiendo. Era curioso lo que era capaz de dormir… podrían haber tirado la casa abajo y no se habría despertado. Como ella ya no podía volver a dormir, salió al salón a leer un rato antes de que llegara la hora de marcharse.

Despierta … susurró  Pablo. Marta sin darse cuenta se había quedado dormida en el sofá con un ejemplar de “La sombra del viento” en el regazo. Se levantó corriendo y fue a preparase mientras Pablo reía por lo bajo tratando de quitarle importancia e insistiendo en que no había prisa. Hacía cuatro meses que sabían de la llegada del bebé, como tantos futuros padres experimentaron alegría, esperanza, felicidad… y también desarrollarón el instinto de protección más poderoso del mundo: el de cuidar que nada malo le pase al bebé. ¿Estará sano? Fue una de las primeras preguntas que se hicieron.

Un día, charlaron con un buen amigo licenciado en biología, que les recomendó informarse sobre la conservación de las células madre de cordón umbilical. Al principio les sonó a chino, o algún tipo de broma grotesca. ¿Qué era eso?, ¿En qué consistía?, ¿suponía algún riesgo? Pensando en que valía la pena al menos informarse y ver de qué iba todo aquello, se habían puesto manos a la obra. Después de preguntar y consultar, decidieron investigar sobre los diferentes bancos de conservación. Hoy estaban tan nerviosos porque tenían cita con uno de ellos: Secuvita. Tenían claro que antes de hacer nada, querían ver el lugar de trabajo, conocer al personal y, sobre todo, que les explicaran en persona todo el proceso, no fuera a ser un engaño.

Tras prepararse se subieron al coche. -¿Pasa algo? – preguntó Pablo, porque Marta parecía algo preocupada. – No, pero si algo no nos gusta, nos vamos de allí que no me fío del todo ¿Quién sabe si no son unos chupasangres aprovechados? Aunque Pablo también estaba algo preocupado, pensó en la mejor opción: – Bueno, sólo hay una forma de averiguarlo. E inició el camino.

hbspt.cta.load(115439, ‘180cbdf0-441f-472c-bcfc-b4d7723326f9’, {});

Laboratorio de células madre Vita 34