Las ecografías son un proceso muy importante para todas las embarazadas, ya que no solo se puede ir viendo las primeras imágenes del bebé, sino que además permiten mantener la vigilancia en la evolución de la salud del feto.

En un embarazo sin complicaciones deben realizarse tres ecografías, pero es importante que se realicen en las semanas adecuadas:

La primera ecografía, entre la semana 11 y la 14, proporciona información sobre el tiempo de embarazo, el número de embriones o la vitalidad embrionaria, entre otros. En esta primera ecografía se mide la traslucencia nucal (el riesgo de que el bebé presente síndrome de Down) y es posible ver las estructuras fetales, detectando anomalías precoces.

En la segunda ecografía, entre la semana 19 y 22, el feto ya dispone de una buena cantidad de líquido amniótico y tiene prácticamente todos sus órganos desarrollados, lo que permitirá hacer un rastreo minucioso de toda su anotomía: cabeza, cara, corazón, columna vertebral, abdomen, tórax, y extremidades. Aquí se suelen ver claramente los genitales, conociendo el sexo del bebé.

La tercera ecografía, entre la semana 32 y 36, permite determinar la posición del feto dentro del útero, la localización de la placenta, y la cantidad de líquido amniótico, valorando el crecimiento y bienestar del feto. Además, permite la detección de anomalías de aparición tardía.

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