A partir de los seis meses, más o menos, podremos introducir a la dieta de nuestro bebé alimentos sólidos. Hasta entonces, y como recomienda la OMS, solo podremos alimentarles de leche materna, la cual le aportará todas las calorías y valor nutritivo necesario. El control de su cabecita, sentarse bien, realizar movimientos como si estuviera masticando, mostrar curiosidad por lo que tú estás comiendo, el aumento de su apetito y la pérdida del “reflejo de extrusión”, son algunos de los signos para saber que nuestro peque ya está preparado para ingerir alimentos sólidos.
Empezaremos siempre después de darle el pecho, como complemento. El orden de introducción de los alimentos es indiferente, habrá que hacerlo de forma gradual, por ejemplo uno cada tres días. Así, sabremos si algún alimento le produce reacción alérgica.
Normalmente la mayoría de los bebés empiezan con el puré o la papilla. Es importante que huela la comida, dale una comida sólida al día, eligiendo el momento más adecuado tanto para ti como para el pequeño. Además de purés, es aconsejable darle alimentos molidos o triturados, incluso pequeños pedacitos que pueda tomarse con sus dedos.
El cereal es el primer alimento elegido por muchos padres. Si a tu peque le gusta, empieza a introducir frutas y verduras, siempre consultando previamente a tu pediatra.
A los 7 meses le daremos alimentos sólidos dos veces al día y a partir de los 8 deberá ingerir alimentos 3 veces al día.
Siéntale en un lugar firme, estable y cómodo y utiliza una cuchara de punta blanda, protegiendo así sus encías.
Por último es muy importante que tenga unos hábitos alimenticios saludables desde bien pequeño. Prepara recetas con una gran variedad de alimentos, no le alimentes en exceso, utiliza con moderación la sal, grasas y los dulces, y evita las comidas rápidas.
¡Come sano, come bien!
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