Como publica “eleconomista.es”: “ Un estudio realizado por investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) ha identificado un nuevo mecanismo a través del cual las células troncales de la sangre controlan tanto su propia proliferación como las características del nicho que las alberga”.

Como han afirmado los autores de este estudio en la revista Nature Communications, la encargada de dicho control es la proteína E-Selectin Ligand-1 (ESL-1). Además, consideran que podría ser diana terapéutica para mejorar la regeneración de la médula durante la quimioterapia.

Esta proteína se expresa en grandes cantidades en estas células madre y como se ha podido observar controla la producción de la citoquina TGF-b, que tiene propiedades anti-proliferativas y esimprescindible para impedir la desaparición de estas células madre en algunos procesos patológicos, como en el caso de determinados tipos de anemia.

Por otro lado, los investigadores “han comprobado que las células deficientes para la proteína ESL-1 son resistentes a distintos tipos de agentes citotóxicos o quimioterápicos, por lo que la proteína ESL-1 puede convertirse también en una diana terapéutica para las terapias dirigidas a la expansión de las células madre de la sangre para su posterior donación”.

Además, afirman que las células madre hematopoyéticas “tienen la capacidad de auto-renovarse y fabricar copias de sí mismas, además de producir las células de la sangre a lo largo de la vida: tanto los glóbulos rojos, responsables de transportar el oxígeno a todos los tejidos, como todo tipo de glóbulos blancos, imprescindibles para el funcionamiento del sistema inmune”.

Una de las principales características de las células madre es la quiescencia o capacidad de permanecer en reposo sin dividirse, pues previene su agotamiento y asegura su mantenimiento en situaciones patológicas.

La gran parte de estas células troncales están en la médula ósea, en el interior de los huesos. Como explica Andrés Hidalgo, uno de los autores, “residen en un microambiente o nicho que proporciona los “elementos necesarios para su mantenimiento óptimo, por lo que cualquier perturbación de este nicho hace peligrar de forma directa la funcionalidad de estas células y puede traducirse en enfermedades como leucemias o aplasias”. “Todavía falta por identificar muchos de los mecanismos y componentes celulares de este microambiente medular, algo que resulta de vital importancia por las posibles implicaciones terapéuticas que tiene”.

Afecta a distintas poblaciones del microambiente

Además, los investigadores han explicado por primera vez cómo afecta esta proteína de manera local a diferentes poblaciones del microambiente medular, incluyendo otras células troncales vecinas.

Según Magdalena Leiva, autora del trabajo, este descubrimiento, abre la puerta al desarrollo de “nuevas terapias con células madre modificadas genéticamente frente a determinadas enfermedades hematológicas, como ciertos tipos de leucemia, en las que el nicho hematopoyético y las células madre hematopoyéticas están muy afectadas”.

Para identificarlo, se ha anlizado la médula ósea de animales deficientes en esta proteína, lo que ha permitido observar que sin ella las células troncales de la sangre proliferan menos y son de mayor calidad para su empleo en una posible terapia.

Como afirma la investigadora, “hemos visto que estas células son resistentes a procesos de daño medular como la mortalidad celular originada por agentes citotóxicos”. Sin duda uno de los descubirmientos más relevantes es el incremento de la resistencia de éstas células deficientes para la proteína ESL-1 a distintos tipos de agentes citotóxicos o quimioterápicos.

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Fuente e información: http://ow.ly/WWseo