“Con la polémica surgida ante los tratamientos que se están llevando a cabo con células madre, surgen las dudas y la desconfianza entre la población”

Parece que el debate ante el uso de células madre embrionarias casi toca su fin en Europa. Según la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en Luxemburgo, no será posible patentar el uso de las células madre embrionarias si para ello se destruyen embriones humanos, ya que, según los jueces, se estaría violando la protección de la dignidad humana. Mientras tanto, en Estados Unidos ya se está llevando a cabo el primer tratamiento con este tipo de tejido.

Tras el continuo debate y las protestas que el uso de este tipo de células ha generado, quienes estaban en contra alaban esta decisión, ya que alegan que el uso de embriones humanos atenta contra la moralidad.

No obstante, la investigación con células madre no debería terminar aquí, ya que otro tipo de tejido que ha mostrado eficacia comprobada en varias enfermedades, sigue su camino con fuerza y ajeno a las objeciones morales. Estas son las células madre extraídas de cordón umbilical. El propio Papa, Benedicto XVI, quien siempre se ha considerado un objetor de las células madre embrionarias, se ha declarado a favor del uso de la sangre de cordón umbilical para tratar enfermedades, aconsejando a sus fieles su conservación.

Es cierto que la información puede resultar difusa todavía y que aún en muchos casos los padres no se “atreven” a confiar algo tan importante, o piensan, ¿para qué? Pero cada vez más padres se decantan por conservar la sangre del cordón de sus hijos guiados por los avances que demuestran las virtudes de este tipo de células. Además de no suponer su conservación ni extracción ningún tipo de riesgo, ni para el bebé ni para la madre, consiguen grandes logros y tienen las mismas propiedades y capacidad de regeneración que las embrionarias.

Parece que el debate está servido pero, si no damos un paso hacia delante y contamos con unidades de sangre de cordón conservadas para posibles terapias… ¿cómo lograremos avanzar?

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